Por Romina Soliani
YIRA!– La ciudad bonaerense de Azul luce una nueva pintura monumental frente a la costanera realizada por los artistas Zinclair, quien es oriundo de la ciudad, junto a Simón Jatip de Ayacucho, Ignacio Bogino de La Plata.
Extendido sobre una pared de 8 metros de alto por 10 de ancho; la obra cuanta con una superficie de gran visibilidad, por cuanto puede apreciarse desde el puente Mitre o desde el skatepark del otro lado del arroyo de la ciudad.
Denominada “Gracias a la vida”, el mural favorece el diálogo con el entorno y con los vecinos, y hace referencia a una intensidad profunda “inspirando vida latiendo, en el trote de los caballos que van hacia el frente juntos, en una actitud de búsqueda”, cuenta Zinclair a YIRA!.
A su vez, la presencia de la flor del Callvú Leovú, hacia la vera del arroyo, emerge “desde el pecho del personaje que en plena introspección, reflexiona sobre la reciprocidad con la naturaleza”. Mientras, en altura un cóndor sobrevuela en lo más alto “como símbolo latinoamericano, funcionando de brújula hacia la libertad y la verdadera independencia.”
“Del otro lado, la inmensidad del universo da cuenta de finitud de la vida y de los ciclos del tiempo, entendiendo que en el aquí y el ahora podemos disfrutar de la maravillosa oportunidad que es la vida y la importancia de rescatar los valores de diálogo y respeto para perseguir nuestros sueños”, detalla el artista.
Respecto a la puesta en marcha del mural, los autores destacan la puesta a disposición de todos los conocimientos y técnicas, así como la importancia del “intercambio humano que posibilitó gozar del proceso”: la predisposición “de la familia Flamengo, que concedió el permiso necesario para realizar la obra”, y de muchas personas que enriquecieron el proyecto con su calidez.
“Constituyó un desafío muy grande”, afirman. Un proyecto independiente y autogestivo en el que se contemplaron “todas las necesidades reales de un emprendimiento monumental, considerando al artista como trabajador de la cultura”.
En este sentido, Zinclair destaca el arte público como “una herramienta de transformación, no sólo del espacio que se decide intervenir, sino también que florece el pensamiento crítico al instalarse como disparador en la cotidianeidad de las personas, favoreciendo la reflexión, la contemplación, el diálogo y cobra sentimiento de pertenencia si se lo hace mediante el estudio y el respeto del contexto, enalteciendo los valores y rescatando ideales de la sociedad de la que es parte.”
“Después de todo, no sólo resignifica el espacio físico sino que es un gran aporte al patrimonio cultural de la ciudad”, concluye. (YIRA!)